martes, 13 de julio de 2010

ÁNGELES GUARDIANES

"Dicen que cuando un bebé sonríe mientras duerme, es que ha pasado un ángel"

Cuando tenía tan sólo cuatro años, una noche de verano, cuando mi madre terminó de leerme mi cuento favorito, Ángeles Guardianes, me informó de que en menos de un mes tendría una hermanita. Me hizo mucha ilusión porque me sentía bastante sólo muchas veces. Desde que mi abuelita murió, tenía que quedarme con la canguro, que no me caía nada bien. Mi abuela sin embargo... siempre pensé que era un ángel.
Además sabía que eso a mi madre la haría muy feliz, ya que desde la muerte de mi abuela y hasta entonces había llorado mucho. Además estaba muy triste porque mi padre era muy malo con ella y conmigo. Mi madre me ha cuidado mucho desde siempre, desde que tengo memoria, me contaba cuentos cada noche, me hacia las mejores comidas y me decía las cosas más bonitas que creo se pueden decir a un hijo. Me entristecía un poco pensar que, quizá, con la llegada de mi hermana, yo pasase a un segundo plano. Pero no, al fin y al cabo yo llevaba más tiempo.
Pasaron los días y cada vez que veía llorar a mi madre, la abrazaba y ella me decía:
-Qué suerte va a tener tu hermana de tener un hermano tan cariñoso y bueno con ella.
A lo que yo contestaba:
-Y una mamá tan buena como tú, que la va a cuidar siempre.
Ella sonreía y decía:
-Eso ni lo dudes.
Una semana antes del parto mi madre fue ingresada por un fuerte dolor en el pecho. Pasé la semana pensando en nombres para mi hermana, y se me ocurrieron por miles, pero ninguno me pareció tan acertado como Ángela. El día del parto mi padre se despertó muy temprano y fuimos al hospital. Estuvimos en la sala de espera casi una hora. Finalmente un médico llamó a mi padre.
-Ha sido un parto complicado -dijo el doctor- pero ha salido bien, es una niña preciosa.
El galeno me miró, sonrió y dijo:
-A preguntado por ti. Quiere verte.
Miré a mi padre.
-Entra, yo iré en seguida -dijo atendiendo una llamada urgente.
Abrí la puerta de la sala. Mi madre estaba tumbada en la cama con la pequeña entre sus brazos. Mamá me miró al entrar y sonrió débilmente. Era una niña preciosa. Me acerqué a la cama y puse la cabeza en el hombro de mi madre. La pequeña estaba dormida profundamente. Me aparté de mi madre, ella me hizo un hueco y me subí a la cama. Mi madre tenía los ojos entrecerrados, cansada. Sonrió de nuevo sin fuerzas.
-Quiero que se llame Ángela, ¿Te gusta? -dije a mi madre.
-Me encanta... -dijo con la voz apagada.
Miró a mi hermana y le susurró al oído:
-Cuida de él, Ángela.
Cerró los ojos y se durmió. Mi hermana dejó escapar una sonrisilla fugaz.
-Mamá mira, como en el cuento.
Pero mi madre no respondió... Miré a mi hermana de nuevo, que sonrió débilmente, con los ojos cerrados... dicen que los recién nacidos no pueden sonreír... debió ser un ángel muy especial...

7 comentarios:

  1. Es triste... pero igualmente precioso =)
    Me ha encantado ;P

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Está... muy bien, noto mucha profundida. Realmente bueno

    ResponderEliminar
  4. La surcadora de palabras11 de agosto de 2010, 19:28

    Muy angelical. Bonito.
    Enhorabuena

    ResponderEliminar
  5. Men, hace millones que no escribes nada... ahora me pillas más productivo, dale tú también!! se te hecha de menos!!

    ResponderEliminar
  6. ¿Dónde andas?...

    "Hasta pronto..

    ResponderEliminar