sábado, 7 de noviembre de 2009

REALIDAD IMAGINARIA

No os haceis una idea de lo que me ha costado... como decirlo... "componer este texto". ¿Que por qué?

Como sabeis soy escritor desde hace poco, y si algo hace falta para ser escritor, es una imaginación desbordante. Si os soy sincero, hasta hoy no me creía poseedor de esa imaginación... pero la otra noche mientras escribía... me sucedió lo imposible. Por la ventana entro una suave brisa, que al pasar por mi y darme en la cara, se llevaron consigo aquello que escribía... casi por acto reflejo, traté de agarrar las letras escritas en lápiz que se me escapaban y se esparcían por toda la mesa. Pero al intentar cogerlas con las manos, lo único que conseguía era un borrón en la punta de los dedos... Cuando el viento dejó de soplar, las letras se quedaron marcadas en el escritorio... como si las hubiera escrito allí en vez de en el papel.

Traté de entender cómo había ocurrido aquello... y como es de esperar no encontré una solución lógica y sólo me quedó admitir una de dos hipótesis. O estaba loco de remate, o realmente era poseedor de aquella imaginación.

De pronto me desperté... todo había sido un sueño... un sueño agradable he de admitir, pero un sueño al fin y al cabo. Resultó ser mi imaginación. Mi subsconnsciente esperando que algo interesante ocurra en mi vida... Me levanté de la cama, aún cavilando sobre lo que había soñado, y pensando en alguna historia relacionado con este sueño... pero no se me ocurría nada, así que lo dejé de lado. Me senté en mi escritorio y empecé a pensar en alguna historia interesante, cuando me sorprendió el ver, letras esparcidas por todo mi escritorio...

Ni sueño... ni imaginación... Había sido real...

lunes, 2 de noviembre de 2009

ESPERAR

En los pasillos del Hospital de San Mauricio, en un remoto lugar de algún pueblecillo entre las montañas de no se sabe bien qué continente, es bien conocida la historia de aquel por el que pusieron ese nombre al hospital. Un viejo cascarrabias, no tan viejo, al parecer diagnosticado de padecer una terrible enfermedad que poco a poco estaba acabando con su vida...

El pobre hombre, tan sólo quería hacer todo lo posible antes de que le alcanzara lo único a lo que parecía temer en éste mundo. Una madrugada calurosa, el hombre decidió acabar con la prisión de aquel horrible hospital. Se levantó de la cama decidido a salir de allí. Pero al parecer las enfermeras ya lo tenían más que calado y le esperaban en la puerta de la habitación. "¿Puede saberse a dónde va Ud.?". "¿Por qué no me dejais en paz de una vez?" gruñó con voz ronca y enfadada. "¿No podría Ud. esperar a que amaneciera para decidir dar un paseo?" le dijo la enfermera. "No pienso esperar nada más, ¿Cuanto tiempo puede quedarme ya...? ¿Un día? ¿Dos con suerte? Apártese o la apartaré yo mismo..." volvió a gruñir y agachó la cabeza. La enfermera vaciló. "Sólo le digo que espere a que...", Mauricio la cortó "¡Esperar a qué! ¿A que mañana por la mañana me vuelva a decir que espere? Oigame bien. Si cree que voy a acabar mi vida entre estos húmedos y deprimentes muros la lleva usted clara" dijo mientras miraba a su alrededor. "Y ahora si es tan amable..." pidió cordialmente y cambiando radicalmente el tono. "Haga el favor de volver a su habitación, por favor", Mauricio maldijo por lo bajo mientras se daba la vuelta y volvía a su habitación, cerrando la puerta de un portazo.

"¿Otra vez lo ha intentado?" susurró otra enfermera que se acercaba por el pasillo. "Eso me temo. Me sabe mal que tengamos que obligarle a estar aquí metido." dijo tristemente la enfermera. "No te machaques, pronto se acabará..." dijo la otra mirando la puerta cerrada. "¿Cómo puedes decir eso?" se quejó la primera. "Sólo digo la verdad" se defendió la segunda. "Ya, pues ahorrate esos comentarios, algunas tenemos sentimientos." sentenció, y se alejó por el pasillo.

A la mañana siguiente, cuando la enfermera insensible fue a despertar a Mauricio, encontró una cama vacía y bien hecha, una habitación perfectamente ordenada y una nota sobre el escritorio que decía:

Querida "comotellames":
Sabía que serías tú la que encontraría la nota, y por eso quiero expresarte lo que pienso de ti... Eres la tía más estrecha insensible, arrogante, maleducada, cascarrabias, escuchimizada, fea hasta doler, imbécil, idiota, mala pécora, hipócrita e inservible que ha podido pisar la faz de la Tierra... pero sabes... a pesar de todo eso siempre estuve enamorado de ti hasta las trancas... supongo que, porque nos pareceremos en algo. No quería desaparecer sin despedirme de ti, desconocida de la que he estado enamorado los últimos días de mi azarosa vida. Gracias por ser cómo eres.

Por mi puedes morirte (No lo digo en serio... pero no se me ocurría otra despedida).

Las ventanas de ese hospital tenían barrotes, y la misma enfermera que encontró la carta estuvo custodiando la habitación durante toda aquella noche.

Nunca más se supo de Mauricio, jamás se encontró su cuerpo y nadie decía haber escuchado nada en toda la noche.

Esta nota, está expuesta a la entrada del hospital en una vitrina junto a una foto de todos los enfermos de hospital con los médicos residentes. En aquella foto Mauricio miraba a la enfermera remitente con pasión.

Como es obvio, el nombre Hospital de San Mauricio, no es más que una simple nota que el alcalde quiso dar, en memoria del sarcástico Mauricio de... nose sabe bien de dónde era...