domingo, 28 de marzo de 2010

INQUIETUD

Cada rincón de mi casa tiene un recuerdo para mí o un mundo oculto de los tantos que conocí a lo largo de mi infancia, y de los cuales, gracias a Dios, conservé cuando la madurez me piyó por sorpresa.
Paseando el otro día por los alrededores de mi casa, me dií cuenta de lo que había crecido la hiedra junto al naranjo, y cómo había trepado por la valla hasta perderse entre el follaje de los árboles. ¿Qué habría al otro lado de aquella valla? Fue el único interrogante que mi mente infantil había conservado... la única pregunta que aún no tenía respuesta para mí.
De pequeño siempre me lo preguntaba, pero en aquellos tiempos, ya tenía otras preocupaciones, como el que dice, y dejé de lado ese misterio, que ahora me acosa al ver que gracias al tamaño de la hiedra, puedo trepar y saltar la valla...

2 comentarios:

  1. Yo también lo recuerdo todo, o al menos quiero, y resolví mis inquietudes infantiles aunque algunas todavían ronden por mi cabeza, teniendo ahora la posibilidad de sofocarlas. =)

    Muy bueno, me gusta, ya los echaba de menos ;)

    Un beso

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  2. Yo sé qué había detrás de aquella valla o, al menos, qué hubiera encontrado yo: todo un mundo. Cuando era pequeña cada pequeño descubrimiento me suponía días y días de aventuras imaginadas y, sobre todo, de felicidad.

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