lunes, 26 de octubre de 2009

LA PROMESA

Supongo que es de mi madre de quien he heredado la obsesión por los viajes en el tiempo. Desde que tenía cuatro años, nos gustaba imaginar qué pasaría, si en el futuro se inventara alguna forma de ir al pasado, y, si así fuese, los viajes que haríamos... Me gustaba imaginarnos a mi madre y a mí, madre e hija, viajando a través del tiempo por la Roma de Julio César, e ir al circo romano, o quizá hacer una visita a Leonardo Da Vinci, quien, en mi opinión tan sólo era alguien que necesitaba que le escuchasen... O ser testigo del descubrimiento de América, ir a la Grecia Clasica... Tal vez ir a un concierto de "Los Beatles" en sus principios... Nos reíamos mucho pensando en lugares que visitar y personas a las que conocer.

Incluso muchas veces, jugabamos a planear una escapada al pasado, pero procurando no cambiar algo, que pudiera suponer el que alguna de las dos no existiera. Porque jugar con el tiempo podría tener consecuencias gravísimas...
Un día mi madre enfermó. Yo tan sólo tenía doce años. En el hospital, mi madre me pidió algo. "Si alguna vez existieran los viajes en el tiempo, prométeme que viajarás al pasado a contármelo" me dijo mirándome a los ojos con ternura. "Te lo prometo mamá" ella sonrió y se quedó dormida. Mi padre esperaba en el pasillo del hospital para llevarme a casa. Estaba muy triste. Durante todo el viaje en el coche no hablamos de nada.

¿Existirían los viajes en el tiempo algún día? Si así fuera podría cumplir mi promesa. Pero no debía cambiar nada, así que no debería hablar con nadie, ni siquiera con mi madre, porque eso podría cambiar las cosas... Pero había hecho una promesa y pensaba cumplirla, pero ¿Cómo contárselo a mi madre sin cambiar el pasado?

Aquella noche me acosté pensando en ello, y me quedé dormida. A la mañana siguiente, pedí a mi padre no ir al colegio para pasar el día con mi madre. Accedió sin problemas. Fuimoas al hospital, me acompañó a la habitación de mi madre que aún dormía, le besó la frente y me dijo que debía irse a trabajar.
Cuando mi madre despertó, se llevó una sorpresa de verme sentada a su lado. "Buenos días princesa" le susurré. "Buenos días mi amor" me contestó sonriendo. "Mamá... he pensado una cosa. Si viajara al pasado en el futuro para decirte que existen los viajes en el tiempo... ¿No podría cambiar el pasado contándotelo?". Me sonrió y me dijo "Me conformo con que me busques y a solas me digas: Mamá... existiran los viajes en el tiempo". Nos quedamos calladas un rato... La idea de mi madre era buena, no cambiaría nada si ella no lo contaba a nadie... pero ¿Y si ya había viajado yo en el tiempo y se lo había contado? "Mamá, ¿Te lo he dicho ya?". Me miró desconcertada. "¿Qué?" me preguntó obviamente sin saber de qué hablaba. "Cuando venga a decírtelo... me lo contarás, ¿Verdad?". Mi madre lo entendió entonces, sonrió y me dijo "¿Y quién sabe si eso cambiaría las cosas?" me dijo. "No fastidies mamá" me quejé en broma. Nos reímos. Llegaron las vacaciones de Semana Santa. A mi madre le encantaba la Semana Santa, pero el médico le había prohibido salir a la calle por motivos de salud.

Cada día iba al hospital y saludaba a mi madre con la misma pregunta... "¿He venido ya?" mi madre sonreía y me contestaba, "No te lo voy a decir" y yo le decía "Entonces, ¿Es que no?" insistía yo. "Puede" contestaba ella y dejaba escapar una sonrisa... Cada día la misma conversación.

El Viernes Santo, el médico de mi madre se puso enfermo y hubo un relevo a un interno del hospital. Mientras mi madre y yo hablábamos entró en la habitación y tras una larga lista de peticiones, exigencias y recomendaciones, ordenó abrigarse muy bien y ver aunque fuera un día de la Semana Santa de ese año, su favorito. Mi madre dejo escapar algunas lágrimas, abrazó al interno, me cogió de la mano, y nos dirigimos a la salida del hospital...

Mi padre nos esperaba en la puerta del hospital con el coche arrancado. Tenía los ojos empañados, por lo que supe que había llorado. También yo estaba emocionada por ese detalle del médico. En la bulla de la Semana Santa, mi madre miraba paso por paso como si fuera la última vez que fuera a verlos. "¿Quieres que hagamos una bola de cera?" me preguntó mi padre. "Sí, claro" le dije muy contenta, siempre había querido una de esas. "Ahora volvemos Claudia" dijo mi padre y la beso dulcemente. "Sí, por supuesto" dijo sonriendo de oreja a oreja mi madre. Nos metimos entre la bulla y poco a poco conseguí mi bola de cera... Cuando volví le pregunté a mi madre, "¡Mamá!, ¿Me has visto ya?", sonrió, y me contestó, "No puedo decírtelo", "¿Eso es un sí?" pregunté, "Puede..." me dijo ella...

A la mañana siguiente, cuando pedí a mi padre que me llevara al hospital, me dijo con voz temblorosa, notablamente triste y a punto de romper a llorar "No volveremos a ir al hospital, pequeña" y me abrazó fuertemente...

Pasaron los años y fui perdiendo poco a poco el interés por los viajes en el tiempo, se puede decir que maduré... Encontré un buen trabajo, en el que llegué a ser famosa mundialmente... pero los años pasaban y pasaban...

Una tarde, medio dormida en mi butaca, oí en las noticias que el viaje en el tiempo se había conseguido... Setenta y seis años, son los que había hecho falta, para que el sueño de mi madre, y el que algún día fue mío también... se había cumplido. Recordé la promesa que le había hecho a mi madre. Tras muchas llamadas telefónicas, pude dar con Benjamin Square, creador del viaje en el tiempo... Concerté una cita y accedió sin problemas. Le conté toda la historia. No se veía muy de acuerdo. Pero me contó que estaban buscando voluntarios para probar su creación... Pero me advirtió sobre la posibilidad de no poder retornar al presente. Quería hacerlo. No había esperado setenta y seis años para ahora hecharme atrás, y ¿Qué me quedaba ya por vivir? Ochenta y ocho años... es triste pensarlo, pero cuánto tiempo más podría esperar...

SEMANA SANTA 2003, VIERNES SANTO - SEVILLA
Fui a la calle en la que mi madre vió su última paso aquella noche... Allí estaba, plantada entre la multitud, tan joven, tan guapa, tan emocionada... me puse a su lado entre la multitud. "¿Es un palio hermoso no cree?" le pregunté. Ella sin apartar la vista de la virgen y con una lágrima deslizando por su mejilla, me contestó "Sí que lo es...". "Mamá, existirán los viajes en el tiempo" se giró poco a poco, y se quedó mirándome durante algo así como un minuto, luego sonrió, otra lágrima deslizó por su mejilla, me cogió la mano, me la apretó fuertemente, y me dijo "Gracias...". Luego me dí la vuelta y me dirigí, no sabía muy bien a dónde, sólo sabía que debía desaparecer antes de cambiar algo del pasado... Mientras caminaba alejándome de mi madre pude oír la voz de una niña. "¡Mamá, ¿Me has visto ya?", me dí la vuelta muy despacio. Era yo... miré a mi madre, ella me miró, me sonrió y dijo a su hija, "No puedo decírtelo", "¿Eso es un sí?" preguntó mi yo infantil, "Puede..." contestó mi madre...

2 comentarios:

  1. Ostia que chulo. Me encanta, incluso más que pesadilla. Es superbonito. Escogí bien eligiendo la opción 2.
    Besos, está fantástico

    ResponderEliminar